De todos esos noctámbulos, Castro es el más despierto; de todos esos ayunadores, es Castro el que puede comer más y ayunar más tiempo. Hablaré de su locura: la suerte de Cuba. Pero, de todas maneras, los rebeldes son unánimes en eso: no pueden pedir esfuerzos al pueblo si no son capaces de ejercer sobre sus propias necesidades una verdadera dictadura. Trabajando veinticuatro horas seguidas y más; acumulando las noches en vela; mostrándose capaces de olvidar el hambre, hacen retroceder para los jefes los límites de lo posible. Semejante triunfo provisional; esa imagen presente en todas partes, de la revolución actuando siempre, alienta a los trabajadores de la isla a liquidar definitivamente el fatalismo y a conquistar todos los días, sobre el viejo infierno irrisorio de la imposibilidad. Para decirlo todo, los jefes hacen lo imposible. Lo hacen cada día y saben que no lo harán mucho tiempo: la imposibilidad vencida se venga del vencedor acortándole la vida. Pero, ¿experimentan ellos un deseo de morir viejos?.
No les agrada el rebelde que se retira: la rebelión no es un honorariato. Por otra parte, hace cuatro años que tomaron una decisión radical: podrían matarlos, pero no someterlos. De esa manera, su nueva vida nació de una muerte aceptada. Era una iniciación, el bautismo de fuego. Hoy, Batista está derrocado y los otros adversarios de Cuba vacilan: es demasiado tarde o demasiado pronto para pelear. Pero la presencia de la muerte está en ellos; su existencia ya está dada; no se la han quitado todavía, pero siguen ofreciéndola. El frenesí en el trabajo es el desgaste: su vida arde y se consumirá rápidamente por una obra que durará mucho tiempo.
JPS, "Huracán sobre el azúcar"
2 comentarios:
Bonita definición, buen textt, no se como llamarlo, aunque vale decir que tambien es merito del tema que tocas, oportuna la aportación en estos días que m cuesta leer algo.
saludos!
water
hola... tiene ud. ese texto in english?
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